Por ROBERTO L. ELISSALDE en La Prensa 23.05.2020
Vamos a tratar de seguir a Belgrano en ese año 1810, hasta el 25 de mayo, tomando como referencias las que hace muchos años publicáramos en nuestro Diario de Buenos Aires 1810, donde día a día se relató lo que sucedía en la ciudad, en base a abundante documentación, comentado como por un contemporáneo de esos tiempo.
Enero 4. Según confidencias de buena fuente, don Manuel Belgrano, secretario del Real Consulado, volvió de la Colonia del Sacramento, donde estuvo pasando una temporada. Contestó a sus íntimos que las cosas en España empeoran y que algunos de sus amigos buscan entrar en relación con Cisneros. Lo peor que tiene el Virrey es el grupo de oidores; si hubiera un movimiento, seguro que él mismo se plegaría porque su único prurito es seguir en el poder. Le ha pedido a Belgrano que publique un periódico en Buenos Aires. Es rumor difundido que Belgrano y su primo Juan José Castelli son del grupo que mantuvo correspondencia con la hermana de nuestro Rey, la infanta Carlota Joaquina, esposa del Regente de Portugal, instalados ambos con su corte en Río de Janeiro hace poco más de un año.
Enero 13. Se ordenó que el italiano Felipe Contucci, pase a Montevideo, desde donde deberá finiquitar sus asuntos, para después ser extrañado de estos dominios. Este personaje hace tiempo recomendó al ministro portugués, el señor conde de Linhares, tratar con algunos criollos que estuvieron en contacto epistolar con la princesa Carlota Joaquina; ellos son don Manuel Belgrano, el doctor Juan José Castelli, don Hipólito Vieytes, el doctor Nicolás Rodríguez Peña y don Antonio Luis Beruti, porque afirmaba que los tres primeros merecen mucho por sus talentos, los últimos por sus relaciones y todos por las familias de que son oriundos.
Enero 24. El Virrey ha firmado la autorización para que se edite un periódico titulado Correo de Comercio, destinado a la propagación de las luces y los conocimientos útiles. Será su director el secretario del Real Consulado, don Manuel Belgrano y saldrá en un pliego todos los sábados. Era tiempo de que nuestra ciudad contase nuevamente con periódico; tan faltos estamos de noticias confiables. Así que habré de suscribirme en la Imprenta de Expósitos, abonando los tres meses por adelantado, a razón de 1 peso por mes. Me alegro de no haberme establecido en el interior, ya que en tal caso la suscripción sería de 6 reales (y el doble para Chile y Perú) y debería pagar seis meses por adelantado. Don Hipólito Vieytes hombre de gran capacidad, que hasta hace poco editó el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, de seguro será uno de los colaboradores con que contará la nueva publicación.
Febrero 14. Parece que finalmente el italiano Contucci partirá para Río de Janeiro, tal como se ordenó hace ya un mes. Se dice que lleva comunicaciones de don Manuel Belgrano para tratar con el conde de Linhares. Se ve que las intrigas con la princesa Carlota Joaquina no han de cesar más.
Febrero 18. En la casa de don Manuel Belgrano hay reuniones que podrían pasar por sospechosas, ya que mantiene correspondencia con la infanta Carlota Joaquina; pero el secretario del Consulado le dio a entender a Cisneros que las juntas son para tratar asuntos concernientes al Correo de Comercio, de próxima aparición.
Marzo 10. Don Francisco Bruno de Rivarola pagó a don Francisco Belgrano la cantidad de 2.421 pesos y 5 reales, correspondientes a la testamentaria de sus padres, don Domingo Belgrano y Peri y doña María Josefa González. Ya pasaron casi quince años de la muerte del pobre don Domingo, con quien hice algunos negocios en el tráfico de negros. Fue uno de los que más insistió para que se erigiera aquí el Real Consulado, que tiene por secretario a su hijo, don Manuel. En su tiempo, el virrey Loreto lo hizo apresar y secuestrar todos sus bienes, cuando se lo creyó cómplice de la quiebra de su amigo don Francisco Ximénez de Mesa. Y, aunque luego se aclaró su situación y cayeron todos los cargos, los disgustos lo llevaron a la muerte, al año de su absolución. Gran dolor tuvo en esos años la familia, mientras el joven Manuel cursaba sus estudios en Salamanca y Valladolid.
Marzo 11. Hay muy buenos comentarios sobre el Correo de Comercio. Tiene 16 páginas de 18 líneas cada una, esmeradamente impresas en tipo inglés. Don Jaime Alsina comentaba hace unos días que espera que a don Manuel Belgrano no le salga tan bueno el negocio del diario y abandone todo, como sucedió con don Hipólito Vieytes.
12 de marzo. Un buen informante me comentó que un grupo de individuos, no sólo porteños y entre ellos que creo él debió figurar, firmó hace un tiempo un papel para establecer un trono en Buenos Aires, con el infante don Pedro Carlos Borbón y Braganza. Algunos dicen que en vista del grave estado de España, algo habrá que hacer para sostener estos dominios. Además de las gestiones de Belgrano y Castelli, eran más de 120 las personas que firmaron, entre ellas, los militares Cornelio de Saavedra, Miguel de Azcuénaga, Eustoquio Díaz Vélez y Martín Rodríguez; el deán Funes de Córdoba, don Antonio José de Escalada; los doctores Julián de Leyva, Pedro Medrano, Joaquín Campana, Pedro Somellera y Gregorio Tagle; los sacerdotes Diego Estanislao Zavaleta, Manuel San Ginés, fray Cayetano Rodríguez y Julián de Agüero, y otros muchos hombres de cierta notoriedad.
Marzo 24. Como el sábado anterior, salió el Correo de Comercio trae un extenso artículo sobre la educación, que no es un tema menor y al que el gobierno le presta muy poca atención. Esperamos muchos que la pluma del señor Belgrano a las autoridades en la necesidad de promover la instrucción obligatoria.
Marzo 28. Los artículos de Belgrano en el Correo han dado sus frutos. El señor Virrey dictó el decreto sobre la instrucción obligatoria, estableciendo la principal obligación de los padres de poner a sus hijos en las escuelas de primeras letras, bajo el concepto de que cuando lleguen a la edad de 16 años serán extraídos todos los que no estuvieren instruidos en aquellos tan necesarios rudimentos para destinarlos al servicio de las armas.
Marzo 31. El Correo de Comercio ha reconocido en su edición de hoy al presbítero Saturnino Segurola sus desvelos en la propagación de la vacuna antivariólica, al colocarla gratuitamente. Realmente, como dice el artículo, no ha perdonado fatiga cuando se ha tratado de hacer un bien a sus semejantes. Todos los jueves por la tarde reparte pródigamente la vacuna a cuantos se lo solicitan.
Roberto L. Elissalde es historiador; Académico de número y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación y miembro del Consejo 2020-2022 de la Asociación Argentina de Estudios Irlandeses del Sur.

